Con pocas personas puede uno comentar sobre
el compositor sueco Kurt Atterberg, ya que no es un compositor mayor. Pero algo
en lo que normalmente estaremos de acuerdo todos los degustadores de Atterberg
es en su obra más impresionante. Siempre es de las favoritas de su repertorio y
sin duda una de las más impactantes sinfonías olvidadas que hemos escuchado.
Estamos hablando de su Sinfonía No.3 "Västkustbilder", un título que
más o menos traduciríamos como “Imágenes de la costa Oeste”.
Esta es sin duda, mi obra favorita del
compositor y una de las que más recomiendo. Le viene perfectamente el
calificativo de “hiper-romántica”. Es una sinfonía de inicios del siglo 20, con
intenciones descriptivas, inspirada en el mar (como las de muchos otros
compositores) y de exuberante orquestación.
La sinfonía posee 3 movimientos: Un primer
movimiento Lento llamado “Neblina”, un segundo movimiento marcado Con fuoco y
llamado “Tormenta”; y finalmente un movimiento llamado “Noche de verano”
marcado Adagio-Molto vivace. Los movimientos se distribuyen en los 37 minutos
de la sinfonía completa de esta manera:
Ahora, lo que me parece muy curioso es lo siguiente:
Atterberg coloca sus sugestivos títulos para darnos la idea de la intención
descriptiva de su obra; efectivamente, todos podemos percibir sus efectos
orquestales y cierta narrativa que evoca escenas marítimas; pero al final, por
lo menos desde un punto de vista personal, el poder emocional de sus melodías
se devora de tal manera este plan descriptivo que lo deja en segundo plano. Es
por eso que esta sinfonía, aún sin sus títulos sugestivos sería igual de
impresionante al escucha.
A veces me divierto al ver como Atterberg “fracasa” en hacer
música 100% descriptiva. Esto pasa desde el primer movimiento “Neblina”, donde
al inicio es cierto, sentimos ese misterio, delicadeza y dulzura de un ambiente
nebuloso con destellos de la celesta, melodías dulces de las maderas y
atmosféricas cuerdas… pero después terminamos con un arrebatador tema romántico
(02:37), cuyo efecto dramático es reforzado con timbales (y esto de ahumado o
neblinoso, ya no tiene nada); de repente nos damos cuenta de que la neblina es un
ataque directo a nuestros sentimientos pero aún dejándonos tranquilos.
“Neblina” es una interesante introducción a esta sinfonía de “Imágenes” que
continúa con la “Tormenta”.
En la “Tormenta” (08:29), Atterberg se luce con su
orquestación, de eso no cabe duda. Este segundo movimiento es fuerte, agitado y
poderoso; lleno de momentos bruscos y
ondulantes, dando un efecto como si estuviésemos dentro de un barco que se
tambalea ante las agitadas olas (con sus momentos tranquilos también, claro).
Sin embargo, nuevamente estamos enganchados por la fuerza expresiva de su tema
principal y ese es el que nos lleva por esta tormenta, que efectivamente,
parece más una tormenta de emociones extremadas; es todo un movimiento Sturm
und Drang, que nos recuerda al estilo de su compatriota Ture Rangström. Después
de este viaje de emociones, recargado de efectos orquestales románticos y que
culmina en un delicioso tema triunfal (16:08), la paz llega para dar paso al último y más
extenso movimiento.
La “Noche de verano” (19:09) es toda una odisea por sí sola.
Atterberg armó muy bien esta sinfonía, ya que parece ir aumentando la
espectacularidad de sus melodías, dejando lo mejor para el final. Este movimiento tiene un inicio tranquilo y
conmovedor, que inmediatamente recuerda la neblina del primer movimiento. Luego
vienen los temas principales, un poderoso pasaje hiper-romántico en los
violines de efecto vasto, que junto a la ondulante orquestación nos hace sentir
como si volásemos sobre el mar (22:59).
Ese es uno de los momentos más hermosos de la sinfonía, yo diría que es la
conjunción perfecta entre un gran paisajista nórdico (Sibelius tal vez) y el
sentimentalismo más profundo en la melodía. Este tema muta inmediatamente a uno
más dramático (23:53), que culmina de manera casi ominosa, dejándonos con la
emoción de escuchar lo que viene. Lo que viene es un regreso al ambiente
inicial, suave y contemplativo, como observando las estrellas en la playa. Una
especie de scherzo misterioso aparece (28:18) poco a poco inyectando dinamismo
y luego vuelven a aparecer los temas: primero una versión rebajada del
dramático (30:14), luego el hiper-romántico (30:33) (esta vez llevado por la
trompeta y con orquestación más exuberante, sin tanto efecto de vuelo) y luego
el tema dramático (31:10) que termina nuevamente angustioso.
Los últimos minutos de la sinfonía, correspondientes a la
coda del último movimiento (31:41), son los que hacen de esta obra una
experiencia inolvidable la primera vez que es escuchada. Comienza de manera
delicada, casi ingenuamente, dejando apenas asomarse al tema triunfal que ruge
más adelante. Atterberg utiliza técnicas románticas bastante sencillas,
podríamos decir que hasta predecibles, pero nos mantiene enamorados de sus
melodías todo el tiempo, jugando con otros temas que ya se presentaron anteriormente
en la sinfonía. Eventualmente llega el gran momento, la entrada de la fanfarria
final (34:23), llena de optimismo y júbilo desgarrador… orquestada de nuevo, de
manera impecable, dando ese efecto “volador”. Siguen una serie de recargados adornos orquestales, ruidosos,
casi descuidados (34:55)… yo lo percibo como una especie de locura de gozo y
tal vez sea mejor considerarlo así, porque seguramente habrá alguien que los
escuche como simple escándalo romántico exagerado. El cierre (35:36) es lo más
típico que pudiésemos encontrar: un poco de tensión armónica y luego de un ralentizando,
la triunfal y fortísima resolución a la tónica. Así es, lo típico… pero ¡de qué
manera lo hace Atterberg! Bueno, yo creo que también los intérpretes se
lucieron en la grabación porque el triunfal acorde les queda espectacular. Lo
mejor que pudo hacer Atterberg es no culminar con fortissimo, sino ir rebajando
la intensidad hasta dejarnos flotando en un suave y etéreo acorde que nos deja
casi embobados ante tanta cosa que pasó por nuestra cabeza… yo digo que nos
deja “como flotando en el espacio viendo estrellitas”. Así se desvanece la sinfonía
hacia el silencio y así culmina este mágico
viaje de poco más de media hora.
Portada del disco donde se encuentra esta sinfonía. |
Esta es una de mis sinfonías favoritas de todo el repertorio
que he escuchado. Sigue impresionándome y sé que si fuera más presentada, el
público la amaría enormemente. Sin más que decir, aquí dejo el video de Youtube
donde podemos escuchar esta obra.
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