Pienso que uno de los errores comunes a la hora de juzgar a la música clásica, es entenderla estrictamente como música del pasado. Este hecho seguramente ayuda a darle una imagen instantánea de “música de la mejor calidad” a la música clásica, ya que muchas personas siguen la famosa idea de “la música de antes era mejor”. Así pues, la música clásica puede ser considerada de gran calidad incluso por un individuo que la desconoce, siempre y cuando este individuo sepa que es música “de antes”.
Sin embargo, la música clásica no es música del pasado. Yo diría que su naturaleza artística le da una cualidad atemporal o bien, podríamos decirlo de manera más coloquial: “no tiene fecha de expiración”. Las piezas de los grandes maestros, compuestas hace muchas décadas, son actuales cada vez que un intérprete las presenta. Pero lo que más quiero recalcar es que la música clásica (música académica) nunca ha cesado de producir nuevas composiciones y tal vez no ponemos demasiada atención a ellas porque también estamos algo dominados por el sesgo inconsciente de “la música de antes (compuesta antes) es mejor”.
No quiero decir que la música clásica contemporánea tenga que ser inmediatamente del mismo valor que la del pasado; quiero hacer notar que el abandono en el que se tiene, es tanto que ha generado un efecto lamentable que describo a continuación.
En repetidas ocasiones he visto como, cuando se pretende hacer una breve reseña del desarrollo de la música en general, se marca una línea que pasa por la música del periodo clásico, romántico, un poco de modernismo y de repente, aparece el jazz y luego el rock y luego todos los géneros que muchos conocen como “música actual”. Nuevamente ahí está el error: música clásica es el pasado, música actual son los géneros populares. Pareciera como si en el transcurso del siglo XX la música académica fue desapareciendo y fue sustituida completamente por nuestra “música actual”; o peor aún, pareciera que la música de concierto “evolucionó” a la música actual.
Hacer esta línea única de ‘evolución musical’ que conecta a Beethoven con Adele (por ejemplo), es la forma en que se le niega al público la realidad: que la música clásica es un mundo musical alterno, independiente de la música popular y no, no se acabó hace décadas, sino que sigue funcionando.
Sé que la separación música clásica – música popular no es del agrado de todos. Al decir que son mundos diferentes y que no tienen que ver uno con otro, inmediatamente muchos lanzan las similitudes, influencias y demás relaciones entre ellos, para evitar esta división. Forzar la unión de estos dos mundos (clásica-popular), se me hace uno de las grandes amenazas a la cultura universal. Espero que no llegue el día en que todos digan “¿Mahler o Michael Bublé? ¿Por qué discutir? Si al fin y al cabo SON MÚSICA, SON LO MISMO”. Pero esto ya es otro tema.
Pienso que la aceptación de la música clásica como un mundo musical alterno, es la base para quitarle la etiqueta de “música del pasado” que no la describe con justicia. Tomando en cuenta lo que mencioné en el primer párrafo, también habrá que aclarar que la música clásica no es buena por ser del pasado, sino por muchas otras razones.
Aceptar que la música clásica funciona aún hoy en día, involucra entonces no abandonar a la música clásica contemporánea. Cierto es que esta música presenta retos a varios escuchas. Unas cuantas muestras de ciertos compositores pueden ahuyentar a un oyente tradicional, lo cual le hará aferrarse a las viejas y excelentes obras de las épocas pasadas. Sin embargo, por experiencia propia puedo decir que vivimos actualmente una época estupenda para descubrir nuevas composiciones actuales. No solo es más fácil acceder a ellas gracias al internet, sino que jamás ha habido tanta diversidad de estilos y propuestas interesantes por parte de los compositores; es por eso que estoy seguro de que cualquier oyente puede encontrar algo de su agrado en la música clásica contemporánea.
A veces hasta considero que es un deber de cualquier melómano poner atención y conocer sobre la música académica de nuestro tiempo para así dejar en claro, que la música clásica no es cosa del pasado, sino algo que existe hoy.
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