Ir al contenido principal

La experiencia meditativa

* Tomo un respiro y pienso. Tal vez pienso demasiado.

Como persona que vive en estos agitados días, también sufro de estrés. Confieso, no sin un poco de pena, que he llegado a experimentar con ciertas técnicas de meditación que prometen ayudar a sobrellevar esa tensión. El concepto de meditación hoy en día está demasiado de moda. Tanta es su popularidad que su práctica se muestra cada vez más diversificada, cada vez hay nuevas maneras de meditar y cada vez encontramos nuevos “entrenadores” en el internet que nos comparten sus consejos y técnicas. Son tantos que no era de extrañarse que me topara eventualmente con alguno que mi hiciera pensar “Va, está bien, vamos a intentarlo”.

No quise complicarme la existencia, mucho menos tenía (tengo) por objetivo el estudiar profundamente esta clase de actividades. Para nada tengo la intención de acercarme al budismo o siquiera otorgarle facultades sobre naturales o religiosas a esta actividad. Meramente le di oportunidad porque parecía un hábito interesante a adoptar. Según fuentes, hay sustento científico para confiar en que la meditación trae ciertos beneficios. Más que verlo como un procedimiento “espiritual”, mi intención es más utilitaria (me puede servir, entonces lo intento). Tal vez muchos están curiosos de saber cómo me fue con esto de meditar, pero los tendré que dejar con las ganas pues no es lo que pretendo compartir.

Al iniciar lo más básico de este tipo de meditación, de este “Mindfullness” para el día a día, la instrucción es sencilla, directa y a la vez fácil de entender: Postura, respirar relajadamente, cerrar los ojos y concentrarse en la respiración. Esa es la clave... y el reto. No pensar en nada más, guardar la atención en ese entrar y salir natural del aire, poner atención a las sensaciones, la expansión de los pulmones, del abdomen, del cosquilleo del flujo del aire en las fosas nasales, no existir en la mente más que para observar ese respiratorio presente. Nada del pasado, nada del futuro, hay que estar allí, respirando, con la atención en el momento. Por supuesto... luego viene lo bueno. ¡Bum! “¿por qué no compré calabacitas ¡estaban a 5 pesos el kilo!” “mañana sí voy a correr, ahora sí”, “¿qué demonios ando haciendo ahorita? “me moriré del aburrimiento”. Y así... la realidad es que el cerebro no se puede tener en paz. Pero resulta que eso es lo importante, los pensamientos tienen que llegar y lo que uno debe hacer es, en el momento en que uno se da cuenta de que perdimos la atención, echar a un lado el pensamiento y volver la atención a la respiración. Es una parte importante, no quedarse reprochando a nuestra mente el hecho de no poder concentrarse, sino simplemente dejarlo pasar, hasta comprender que esos pensamientos o emociones, son cosas que van y vienen.

Ese es el detalle que me llamó la atención. Mantén la atención y si un pensamiento llega (y va a llegar), simplemente regresa la atención a donde debe estar, al presente. Hmmm... ¿Dónde he experimentado algo similar? Pues claro, ese es el pan de cada día para los que escuchamos obras extensas de música clásica. El flujo de sonidos no se detiene, a cada instante presente hay algo a lo cual hay que estar atentos, pero de vez en cuando, pasa: la mente se va por otro lado. Y no queda más que volver a meternos a la música.

Este fenómeno de atención varía, naturalmente, dependiendo del escucha, de sus preferencias, de su estado de ánimo, de la obra, de la situación, de muchas cosas... pero es habitual a la hora de estar escuchando obras de música clásica. Eso fue lo que me hizo pensar ¿no acaso es esta clase de escucha activa una forma de meditación? Sería interesante saber qué opinan los expertos en estos temas meditabundos, pero yo pienso que habiendo tantas variantes hoy en día de la moderna meditación, bien podría encajar la escucha de música clásica como una de ellas.

No estaría haciendo un gran descubrimiento tampoco. Gran parte del público entiende perfectamente este poder meditable de la música. Hay unos incluso, que exclusivamente “utilizan” la música para fines de esta índole.

Ahora bien, hay una ventaja evidente en la escucha de música:el goce musical. El presente al que estamos atentos nos provoca algo, la experiencia estética es la razón por la cual estamos invirtiendo nuestro tiempo y atención. Cuando escuchamos nuestras obras favoritas, de esas que casi nos sabemos de memoria, la atención es total, nos metemos en ella y la vivimos, nos olvidamos de todo, nos transportamos a otro mundo, desaparecen nuestras preocupaciones y rencores, las penas y los planes, se vive la obra en el momento y nada más. Esta ventaja del placer musical es enorme, pues percibimos esa atención puntual como algo que no requiere esfuerzo (a diferencia de concentrarte sólo en la respiración). Es difícil mantener atención en algo que no nos provoca nada (hablando de escuchar música);cuando la obra no nos gusta tanto, nuestra atención se pierde con mucha más facilidad, y mejor nos entretenemos pensando en qué es lo que tenemos que hacer en la semana. Cierto es, que hay ciertas asociaciones personales que algunas personas hacen, como por ejemplo “Ah, este movimiento me recuerda cuando conocí a X persona”. En ese caso se podría decir que parte del pasado está asaltando la mente, pero aún este detalle se vive como una fugaz pincelada que se diluye en todo el enorme cuadro musical que estamos disfrutando, tal cual los pensamientos que deben dejarse aparecer, pero que no deben capturar nuestra atención en las prácticas meditativas.

Tal vez veo las similitudes únicamente porque me parece una idea interesante. Lo acepto, me gusta pensar y dejar volar mis pensamientos. Detalle curioso, pues también he visto por ahí algunas técnicas de meditación que se basan justo en eso, en seguir todo el flujo de ideas que se aparecen en la mente, concentrándose en ellas, en lugar de la respiración. Hay de todo, les digo. Je, je, je.

Meditación y la escucha activa de música clásica. Me parece que el punto central en ambas es la concentración, la atención al presente. Mientras en una actividad tenemos que dejar a un lado los pensamientos para concentrarnos en la respiración, en la otra, tenemos que dejar a un lado los pensamientos para concentrarnos en una obra de arte, en un flujo de sonidos que una vez que pasan, no regresan. Y quién sabe, tal vez es justamente por este parecido que la música nos hace tanto bien.


Comentarios

Entradas populares de este blog

El "Aquarium" de Saint-Saëns

Hay obras que son únicas, hay obras que se imponen en su periodo por algo revolucionario que representen y hay muchas obras que son lo máximo representando un estilo o un periodo musical. Pero hay algo más que especial en la pieza que menciono en este post, el "Aquarium" (del Carnaval de los animales) de Camille Saint-Saëns. El "Aquarium" es un éxito memético de la música clásica. Me atrevería a decir que uno de los más importantes ya que casi todo mundo lo ha oído aunque pocos sepan siquiera cómo se llama la pieza.  El Aquarium, no lo podemos negar, es hermoso y cada vez que lo vuelvo a escuchar me vuelvo a sorprender. No sé si soy solo yo, pero pienso que Saint-Saëns tuvo su chispita de genialidad más importante al componer esta pieza, encontrando los timbres y temas correctos para lograr música de una estética inconfundible. No he escuchado textura y ambiente similar en alguna otra composición de este u otro compositor. Pienso que es justamente esta

Tres conciertos para piano de compositores contemporáneos

Para esta entrada recomendaré tres obras, específicamente tres conciertos para piano, creadas por compositores (clásicos) contemporáneos. Aunque a veces la música contemporánea parece alejarse del gusto del público o bien, no se le pone atención porque los nombres no son tan célebres como Beethoven , Tchaikovsky o Rachmaninov ; hago esta recomendación para animar a los escuchas a explorar música que es maravillosa y  tiene menos de 50 años de ser compuesta (que en el mundo de la música clásica, significa que son obras “nuevas”). Supongo que eventualmente haré otras entradas recomendando más obras contemporáneas, así que por el instante decidí enfocarme en conciertos para piano. Estos conciertos para piano “nuevos” son los que más me han llamado la atención (hasta donde he escuchado); además son aquellos que pienso, pueden ser disfrutados por casi cualquier escucha. Aquí mi selección de 3 conciertos para piano contemporáneos que deben ser escuchados:   Siguiendo un orden cro

"Polednice" de Antonín Dvořák

Este es el segundo poema sinfónico de cuatro en serie que compuso Dvořák al regresar de Estados Unidos a su tierra natal. Estos cuatro poemas sinfónicos están basados en poemas del escritor Karel Jaromír Erben, que se encuentran en una antología llamada Kytice o ramillete de leyendas nacionales . El primero de los poemas sinfónicos es “Vodník” del cual ya he escrito en este blog (una de mis piezas favoritas del compositor). Ahora le toca el turno a “Polednice” o “La bruja del mediodía” . Vamos a ver cómo va la historia. Estaba la madre y su hijo en la cocina, ella tratando de preparar la comida en paz y el niño haciendo desmanes por toda la casa. Enojada la madre, lo regaña y lo amenaza diciéndole que si no se comporta, la bruja del mediodía vendría por él. Aparentemente este personaje fantástico es utilizado con frecuencia para asustar a los niños. Desgraciadamente el niño siguió comportándose de la misma manera, hasta que de repente, justo al mediodía, alguien tocó a